miércoles, 29 de julio de 2009

Historias del Arte


Cuando pensamos en crear CURIARTE dentro del blog, lo hicimos con el convencimiento que desde este espacio debíamos explorar el trazo que existe entre el detalle estático que representan los objetos decorativos que lucen en nuestros espacios y las trayectorias que todos han tenido que recorrer hasta convertirse en objeto de culto. Hemos hablado de sombreras vietnamitas, de la creencia en las bondades de la Máscara Mama… y seguiremos con muchos más CURIARTES.

Es por ello que, buscando sitios diferentes para aprender más, nos topamos con uno que ciertamente, por la filosofía que predica, nos sobrecoge.

CURIARTE en esta ocasión nos lleva a Argentina.

Mi Malevo. Claudia, mi “niña loca con ojos de tango”. Mi Cortázar, “Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo.”


Entre sentimientos, llegamos a “Lejano Oriente”, espacio de 2500 metros cuadrados lleno de vidas gracias a su directora, Marcela Rabuffetti, museóloga y diseñadora, quien recorre hace 16 años los más remotos confines de Asia, investigando y documentando sobre minorías étnicas, sus tradiciones y sus técnicas artesanales.

Trasladamos parte de una entrevista realizada para un diario argentino, en la que refleja, a través de su proyecto, el espíritu de CURIARTE. Motiva saber que a miles de kilómetros de Madrid hay otra persona que reivindica la vida propia de nuestros objetos de decoración, que hace de esto su profesión y la esencia de su vida.

El Estudio espera que os guste.


Generalmente se habla de los enseres como algo vacío, puramente estético. La función es adornar, guardar, cubrir o, simplemente, estar. Pero si se presta atención, muchos de ellos tienen grietas, óxido, rayones o marcas originadas por el tiempo y que suelen contener historias más que interesantes. En especial si se trata de esos muebles fuertes que recorrieron unas cuantas épocas. Aunque, quizá, hoy están cumpliendo una función diferente que en el momento en que fueron creados.


Había una vez...

En el último piso de la casa de decoración Lejano Oriente hay un museo donde se exponen muebles y objetos de la milenaria cultura china. Aunque la mayoría tiene alrededor de 200 años, el diseño es el mismo desde hace 5000 años. Todos responden al estilo clásico de la región.
"La idea es que la gente conozca y se interese por saber cuáles eran sus usos", comenta Marcela Rabuffetti, la creadora de este particular museo. Allí es posible conocer varias historias de la vida cotidiana de ese ancestral país.
Muchas de las piezas también se encuentran a la venta en el negocio. Por ejemplo, hay camas de día, de madera y rattan, que se utilizaban para descansar cuando el sol asomaba. Hoy pueden reemplazar a las mesas de living y, las más angostas, quedan de maravillas como banquetas al pie de la cama o debajo de un ventanal.

Asimismo, las antiguas mesas de caligrafía, al ser tan largas (debido al tamaño de los rollos), en la actualidad pueden ser excelentes dressoirs.

¿Se imagina una mesa de luz que alguna vez fue un banquito de peluquero? Hace más de 200 años los peluqueros (también barberos) de esa región eran ambulantes. Por eso colgaban, en un palo una salamandra de un lado y el banquito del otro. Tienen cajoncitos (eran para los utensilios). Otra posibilidad es utilizarlos como mesa de arrime, al costado del sofá.

Entre los chinos, todo lo que tiene que ver con la comida es símbolo de abundancia y porvenir. Por eso hay una infinidad de recipientes destinados a este fin. Por ejemplo, los contenedores de arroz. Son de madera y tienen un aspecto similar al de un tambor. Hoy también se pueden usar como mesa de luz, jarrón con ramas o como macetero. Las tradicionales medidas de arroz (son como recipientes de madera) tienen una interesante historia. En otra época, los impuestos se pagaban con este alimento. Por eso muchas veces les agregaban pesados sunchos de metal. Así pesaban más y podían contener menos arroz. Hoy quedan bien como revisteros.
Desde Asia se puede encontrar los cofres que se usaban para la dote de los casamientos. Eran confeccionados por los familiares de los novios y llevan impresos dibujos expresando buenos augurios a la pareja. En ellos se trasladaba la comida y luego, allí, la novia solía guardar su ajuar. Son de madera con incrustaciones de hierro y se dividen en diferentes módulos. Sirven para guardar sábanas o elementos de uso cotidiano.
Entre distintas mesas se destaca una de Indonesia. Es amplia, baja y está realizada en madera de teca. En ella antiguamente se apoyaban los telares. Como es resistente a la intemperie se puede colocar tanto en el interior como el exterior.

Un detalle original para separar ambientes: las coloridas puertas y portones marroquíes. Son muy antiguos y tienen pesados herrajes. Algunos modelos son pequeños debido a que quizás estaban colocados en entradas de cuevas. También hay paneles de Indonesia, de madera de teca pintada a mano. Correspondían a las paredes de las casas de esa región. Ahora se usan como respaldo de cama o tablas de mesa.

Los killims también tienen algo para contar. Son de los pueblos nómades bereberes (de Marruecos) y están hechos con tinturas naturales. Como se trasladaban de una región a otra, siempre usaban los pigmentos del tono que conseguían en la zona. Por eso la mayoría de los modelos son iguales, pero de diferentes colores.
No hay que perderse una monumental cama de la isla de Java. Pertenecía a la corte y era utilizada para la dote de casamiento en el ritual de la iniciación sexual. Tiene paredes alrededor y en su origen era aún más cerradas. Los símbolos que lleva inscriptos hablan de la realeza y rezan buenos augurios. Este mueble, de madera de teca, tiene alrededor de 200 años y es una pieza única de museo.
Con filosofía occidental

De nuestro continente, en Gropius se encuentra un lavatorio americano que solía utilizarse en los consultorios médicos de los años 30. Es un vanitory muy completo, tiene bacha, espejo, mesada, luces y capacidad para guardar. Su particularidad: la canilla es monocomando, algo novedoso para la época. Es de chapa y en los laterales lleva acero. Los herrajes son de bronce y la bacha es de granito. También hay una lámpara que brinda una luz muy puntual, justo para colocar al lado de un silloncito de lectura.

En un Arcón de Campo hay una infinidad de muebles y objetos particulares. Por ejemplo, una mesa de café realizada con una rueda de carreta de principios del siglo pasado. También, baúles-roperos, que usaban los inmigrantes cuando viajaban en los barcos; una original máquina con la que el colchonero desmenuzaba la lana de los colchones y los volvía a armar; bombas de agua que se usaban en el campo, transformadas en lámparas de pie; un asiento de tractor, que junto con un disco de arado y unas herraduras forman un cómodo taburete, y carameleras en las que se pueden colocar desde especias hasta ropa interior.
Las posibilidades nunca se terminan.

A partir de ahora, los muebles también tendrán su palabra en el hogar.

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